En el pasado mes de febrero vimos en clase el documental "El esfuerzo y el ánimo", que trataba sobre el Ballet de Lausanne creado por Maurice Béjart.
La muerte de Béjart golpeó al mundo de la danza en 2007 y en especial a la compañía. Esta, afrontó el desafío de sobrevivir a la muerte de su fundador. Este documental quiso ser testigo de semejante reto y acabó por convertirse en catalizador de un nuevo y próspero futuro para los bailarines de Béjart.
Maurice Béjart (Marsella, 1927), fue un gran bailarín y coreógrafo francés, que comenzó sus estudios en Marsella, y los amplió en París y Londres junto con otros importantes bailarines/as. Su estilo se caracterizó por su eclecticismo y por estar abierto a todo tipo de géneros y corrientes que él supo combinar de manera homogénea.
En este documental observamos cómo un bailarín de esta academia llamado Gil Román, asume el cargo de director de la obra tras la muerte de Béjart. Este reto no iba a ser tan fácil ya que el antiguo director tenía una gran capacidad para atraer al público y transmitir valores como la humanidad y sinceridad. Gracias a la pasión y entusiasmo que él ponía tanto por la academia, como por los bailarines y obras, podemos ver el vínculo que se creó a través de la danza.
El nuevo director asume la lucha para continuar con un legado extraordinario y único en la historia de la danza. Román es miembro de la compañía desde 1979 y fue elegido por el propio coreógrafo "para continuar, preservar, poseer su obra y sus ballets". Todo esto, es un desafío que el nuevo director emprende día a día para que ese legado perdure más allá de la ausencia de su creador y que no desaparezca todo el vestigio de su arte y su compañía.
Una de las frases que nos llamó la atención en el documental fue "No mires atrás, pase lo que pase avanza". Si relacionamos esta frase con los contenidos de la asignatura, podríamos decir que a lo que se quiere referir Béjart con ella, es que se produzca un proceso educativo. Es decir, toda persona puede ser buena en algo, le puede ocurrir en cualquier momento algo que pudiera frenar ese proceso, pero siempre hay que seguir adelante con dicho proceso, y los requisitos para que este proceso se dé son primordialmente el esfuerzo de cada uno, la atención, disponibilidad y responsabilidad. Con todos ellos, se conseguirá un trabajo que nos apasione y se convierta en un saber, un saber que nos lleve a entender y podamos transmitirlo a otras personas y que estos a la vez, lo sientan.
Para concluir, nuestra función como educadores, debe centrarse en educar de forma social, ayudando a desarrollar las potencialidades de los educandos, y que estos, descubran su pasión y pongan en práctica lo que les apasione disfrutando de ello en todo momento.